viernes, junio 10, 2011

La chica luto

Me encuentro en el camion, en el tercer asiento del lado de la ventanilla cuando la veo abordar. Lo que atrae mi atención en primer lugar es su extraordinaria belleza y nadie parece notarla ni a ella ni a su vestimenta que consiste en una simple falda morada y blusa negra de manga larga, lo usual en un riguroso luto.


Parece que recién salida de un funeral ¿Quién en su sano juicio se sube al camión con esa ropa? -pienso.


La señora que viene sentada a mi lado se ha levantado y entonces ella se sienta junto a mí y así puedo apreciar mejor sus rasgos; cabello largo, lacio y tan negro como su ropa, labios finos, y sombra en los ojos.


Aprovechando que llevo mis gafas de sol, de vez en cuando volteo disimuladamente para observarla por el lateral de las lentes, admito que tengo que reprimir el deseo de entablar una conversación con ella.


En este momento, abre su bolso -por respeto evito ver su contenido- después de unos segundos veo entre sus manos un velo de un azul que nunca había visto y cuidadosamente lo pasa por su cabeza con una mano mientras con la otra sujetaba un espejito para poder ver que quedara en la posición correcta, inmediatamente guarda el espejo.


No quiero perturbarla así que me quedo en silencio hasta que en un semáforo el camión hace un alto el cual ella aprovecha para bajar de la unidad, no puedo verla por última vez ya que sale por la puerta de atrás y no por la delantera como supuse que haría.


¿La veré de nuevo algún día? ¿Alguien más la habrá visto? -pienso


No lo sé; veo a las demás personas y sólo percibo que están más preocupadas en llegar a tiempo a sus hogares y poder sintonizar el programa de moda de la tele local y no en apreciar algo tan inusual en un recorrido tan rutinario como lo es el de trabajo-casa.

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